jueves, 29 de enero de 2015

Educación e inclusión.

Yo estudié en el Liceo uno. No terminé allí, no tenía el carácter ni el apoyo necesario. Hice los dos últimos años en el Liceo 4, en Matucana. Viví toda mi vida en una población en Renca, en una familia de madre separada y cinco hermanos (siendo yo la mayor). Puedo decir que mi experiencia fue maravillosa. Tanto, que hasta el día de hoy me considero Javierina. Estos colegios te pulen, al punto de que luego en el liceo 4 tuve muy mala relación con la profesora de Inglés, porque sabía demasiado y no estaba dispuesta a esconderlo (tonterías de la juventud). Los colegios emblemáticos sí son colegios de élite, pero de la élite que sirve a la república. No como esos colegios de élite económica, de ricos creciendo entre ricos que luego hacen leyes y experimentan con los hijos de personas que viven en una realidad que jamás conocieron. Son las élites intelectuales, los jóvenes que por talento o por gusto avanzan más rápido que los demás cuando de aprendizaje se trata y que siempre han existido y que siempre existirá porque la genética no entiende de democracia, ni de inclusión, ni de igualdad. La verdad es que no somos todos iguales y yo lo viví en carne propia: tenía la capacidad intelectual, pero mi contexto social no me permitió seguir el ritmo e iba más allá de ser pobre, tenía que ver con la constitución de mi familia y de mi carácter. Cuando llegué al Liceo cuatro para mí era un chiste, un juego de niños.
Ahora, trabajo en un colegio en una comuna conflictiva. No, no como profesora, sino como auxiliar. Tuve a mi hijo en el mismo colegio por un año. Mi hijo me pidió por favor que lo sacara de ahí. Y no tenía que ver con que fuéramos más que ellos: Yo limpio baños para vivir. Tenía que ver con el interés. Mi hijo quería aprender, para él era importante. Mientras sus compañeros (no todos, pero más de la mitad) conversaban, se pintaban las uñas o le tiraban papeles a la profesora. La clase nunca avanzaba, porque el profesor no puede “rajar” a más del 30% de los alumnos por mucho que sea su irresponsabilidad. Lo cambié a un colegio municipal, a la vuelta de la esquina. Un colegio pequeño con muchas carencias, pero no carecía de vocación de los profesores ni de interés de los alumnos. De ahí, y con apoyo de los mismos profesores, que le dieron clases especiales, entró al Instituto Nacional. No porque quiera entrar a la Universidad “más fácil” sino porque el sintió que allí iba a tener lo que nunca antes había tenido: un grupo de personas con un interés real por el aprendizaje. Yo no estaba de acuerdo, me daba miedo que le pasara lo mismo que a mí. Pero lo logró.
Mucho se ha hablado de igualdad, pero se olvidan de algo que sólo cuando trabajas dentro de la educación ves: los colegios tienen miles de formas de apoyar a los niños más débiles, pero hay un factor que ninguna educación va a poder remediar, que es la formación que reciben en los hogares. Un niño que no sabe que el colegio es para estudiar, aprender y desarrollarse jamás le sacará partido a ninguna educación, y esa idea no se forma en el colegio sino mucho antes. Los niños más aventajados, en cambio, están absolutamente abandonados, desde pre-básica, hasta sexto año. Y si fueran ricos no sería problema: los padres podrían contratarles profesores particulares, pagar la entrada del mim, del teatro, del buin zoo y de toda actividad cultural y de aprendizaje cada fin de semana. Pero los que no somos ricos… nuestros hijos se aburren en el colegio irremediablemente, algunos incluso se vuelven rebeldes y violentos, como el pequeño Rodolfo, que este año terminó tercero básico y que no sabe como lidiar con la frustración que le significa terminar las actividades en cinco minutos y quedar desocupado y no poder conversar con el de al lado (porque lo distrae), no poder jugar (porque los distrae) y no poder salir de la sala (porque podría venir un fiscalizador del MINEDUC). O como mi hijo, que no hallaba como aguantar hasta su postulación al Instituto Nacional. La igualdad e inclusión corre hacia los dos lados ¿o no?

-Eso fue un gran discurso autobiográfico.

En realidad este tema de la educación me tienen bien deprimida. Es un desperdicio regalar cupos a cualquier alumno en colegios que son la única opción para chicos talentosos que no tienen plata para pagar colegios caros. Los chicos pobres y talentosos son "el jamón del sandwich": los colegios gratuitos y baratos no les dan las opciones académicas que necesitan, y los colegios de ricos no los reciben. Los emblemáticos eran su única opción, y se las están arrebatando en nombre de la igualdad.

-Así como lo planteas es para llorar...

No te burles. Ya hablaremos otro día.

2 comentarios:

  1. Tus palabras me conmovieron mucho, sobre todo porque hay tanta verdad en lo que dices. Muchos saludos y agradecimientos Macarena por haberlo comentado en mi post!

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    1. Gracias por tomarte la molestia de comentar. Tenía la entrada en borrador para este blog, pero me pareció que estaba precisa para comentario en tu columna, que por cierto me gustó mucho. De hecho la publiqué allí antes que aquí ;P

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