lunes, 2 de febrero de 2009

anticoncepción vs providencia 2.

La apertura a la transmisión de la vida.
"Respetar la naturaleza y la finalidad del acto matrimonial 11. Estos actos, con los cuales los esposos se unen en casta intimidad, y a través de los cuales se transmite la vida humana, son, como ha recordado el Concilio, "honestos y dignos" , y no cesan de ser legítimos si, por causas independientes de la voluntad de los cónyuges, se prevén infecundos, porque continúan ordenados a expresar y consolidar su unión. De hecho, como atestigua la experiencia, no se sigue una nueva vida de cada uno de los actos conyugales. Dios ha dispuesto con sabiduría leyes y ritmos naturales de fecundidad que por sí mismos distancian los nacimientos. La Iglesia, sin embargo, al exigir que los hombres observen las normas de la ley natural interpretada por su constante doctrina, enseña que cualquier acto matrimonial (quilibet matrimonii usus) debe quedar abierto a la transmisión de la vida. Inseparables los dos aspectos: Unión y procreación 12. Esta doctrina, muchas veces expuesta por el Magisterio, está fundada sobre la inseparable conexión que Dios ha querido y que el hombre no puede romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreador. Efectivamente, el acto conyugal, por su íntima estructura, mientras une profundamente a los esposos, los hace aptos para la generación de nuevas vidas, según las leyes inscritas en el ser mismo del hombre y de la mujer. Salvaguardando ambos aspectos esenciales, unitivo y procreador, el acto conyugal conserva íntegro el sentido de amor mutuo y verdadero y su ordenación a la altísima vocación del hombre a la paternidad. Nos pensamos que los hombres, en particular los de nuestro tiempo, se encuentran en grado de comprender el carácter profundamente razonable y humano de este principio fundamental. "

Este texto parece remitir al plan divino (en efecto el párrafo siguiente de la escíclica se refiere a ello) y a la providencia. Esa idea está reforzada con una visión fenomenológica de la sexualidad, en cuanto a que "Dios ha dispuesto con sabiduría leyes y ritmos naturales de fecundidad que por sí mismos distancian los nacimientos. " desde esta perspectiva de análisis, nada hay con respecto a las mujeres con ciclos menstruales irregulares, a las que tendríamos que considerar como "destinadas por el plan divino" a tener muchos hijos o a la continencia. Sin contar con que eso sería ser selectivo en la fenomenología del plan divino, tomando aquello que sirve a los fines de la doctrina y dejando de lado aquello que no, como el hecho de que las mentes brillantes de los médicos (al menos creaturas de Dios) hayan logrado resolver el problema que significa la natalidad para algunos matrimonios de menos recursos; y el hecho de que la sexualidad humana no sólo sirve a la reproducción y al amor, como es confirmado por la experiencia (Y con esto no me refiero a los abusos como la promiscuidad, sino por ejemplo al hecho de que es parte comprobada del desarrollo durante la pubertad la masturbación, como forma de autodescubrimiento y desarrollo de la identidad sexual).
Asímismo, se refiere a la transmisión de la vida, reducida al mero hecho biológico, cuando es la Iglesia misma la que ha defendido en otros casos que la vida no se puede reducir sólo a las funciones vitales. En efecto, hay matrimonios que no son capaces de darle una calidad mínima de vida a sus hijos por falta de oportunidades socioeconómicas adecuadas.
¿Es acaso, para la Iglasia, la vida el mero hecho de respirar y tener función cerebral? ¿Es posible eso considerando que Jesús, luz, verdad y vida, difícilmente tendrá función cerebral a la derecha del padre?
La respuesta obtenida de algunos sacerdotes con los que conversé el tema fue: "Hay que confiar en la providencia". He aquí el tema de la providencia, como una especie de salvavidas, afirmada en el texto de Mt 6, 25-34
"26 Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos?"
"28 ¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer"
Pero si analizamos mejor este texto, no podríamos suponer que la providencia nos dará todo lo que necesitamos de por sí, pues sabemos que hay gente en el planeta que muere de hambre y sería una estupidez propia de una persona miserable contestar que "no tienen suficiente fe". Igualmente, este texto no es el llamado a andar desnudos o no trabajar la tierra, pues de todas formas alguien tendrá que cosechar aun cuando no siembre y alguien tendrá que tejer aun cuando no sean los dicípulos. La clave de este texto está en el afán. Es lo que ahora nosotros reducimos en la frase "hay que trabajar para vivir y no vivir para trabajar", que orienta hacia una vida sencilla, en que el trabajo cubra las necesidades diarias pero no a costa de la vida misma. En efecto, la experiencia nos dice que aunque tengamos fe, pasamos necesidades, y Dios no está para salvarnos de las necesidades sino en ellas, como explica asertivamente el profesor A. Bentué en "En qué creen los que creen".
Siempre podríamos decir "bueno, entonces que vengan todos los niños que tengan que venir, pues si tienen que morir de hambre, Dios igual estará con ellos (y con nosotros viéndolos morir)" o "bueno, entonces los padres demostrarán su amor viviendo una vida miserable por alimentar a sus veinte hijos", claro, pero no sé si ese será el criterio de "vida", "misericordia" y "perfección humana" al que la Iglasia aspira. Si es ese, me sumaré al personaje llamado "el anticristo 2007" tan famoso en youtube.

anticoncepción vs providencia.

Yo soy Nazarena, fui invitada a la EFA el año pasado y espero poder seguir participando en el futuro. Dentro de este grupo he podido reafirmar las dimensiones de lo que significa el matrimonio y la familia para la Iglesia. Sin embargo, esto me llevó a un tema bastante desagradable y donde el mundo eclesiástico gana algo de distancia de los fieles y esto es la anticoncepción. Según la doctrina de la Iglesia (Ver enc. Humanae Vitae) la anticoncepción va en contra de la procreación y del amor conyugal. Evidentemente desde su raíz la anti-concepción evita la procreación, sin embargo, evitar la procreación es para los creyentes una necesidad que la Iglesia no logra comprender, y con Iglesia me refiero en este caso al cuerpo eclesiástico.
El primer argumento refutado enla encíclica es la explosión demográfica, a la que califica como falsa. Tal vez esta idea era aceptable para 1968, fecha de la encíclica, ya no era tan aceptable para 1996. En base a esto los gobiernos han decidido abordar el tema con políticas de anticoncepción que según las proyecciones darán resultados hacia el 2050 con la estabilización de la población.






Pero más allá de las razones políticas, a mi modo de ver, la anticoncepción es necesaria para la vida conyugal en estos tiempos. Vida conyugal que, honestamente, los obispos que apoyan esta encíclica, desconocen. No es la idea culpar a "los tiempos" de mi manera de ver las cosas, así que tomaré precisamente los dos argumentos esenciales de la encíclica como punto de partida a esta reflexión.
El amor conyugal.
Según la encíclica:
"Es, ante todo, un amor plenamente humano, es decir, sensible y espiritual al mismo tiempo. No es por tanto una simple efusión del instinto y del sentimiento sino que es también y principalmente un acto de la voluntad libre, destinado a mantenerse y a crecer mediante las alegrías y los dolores de la vida cotidiana, de forma que los esposos se conviertan en un solo corazón y en una sola alma y juntos alcancen su perfección humana. "
Aceptar este argumento sería asumir que cuando deseo tener relaciones sexuales con mi esposo y no tener hijos, lo hago sólo por una simple "efusión del instinto y del sentimiento". Esta visión simplista del sexo de la Iglesia no aporta realmente a la comprensión de la sexualidad humana, que es incluso, aunque de una manera mucho menos romántica, abordada por Sn Pablo cuando dice:"si no pueden contenerse, que se casen, pues es mejor casarse que abrasarse" (1 Co 7, 9).
La sexualidad en la vida conyugal no puede ser reducida a la procreación, porque significa, para el ser humano mucho más que una "efusión del instinto" o "perpetuación de la especie" para el ser humano, a diferencia de la mayor parte de los seres vivos, la sexualidad está directamente relacionada con el desarrollo de la personalidad, la autoestima, la identidad y el afecto. Prueba de ello es que en una persona que ha sido abusada sexualmente no sólo se presentan disfunciones en su vida sexual, sino en su visión de sí mismo y en su vida social, familiar y en las proyecciones de vida. Para los cónyuges "hacer el amor" es un acto de afecto e intimidad en que se reconocen el uno al otro, haciendo un break de la vida diaria, volviendo a su dimensión de pareja. Para un matrimonio, es tan necesaria la dimensión familiar, es decir de "esposos y padres" como la dimensión de pareja donde somos "tú y yo, hombre y mujer".
Si asumiéramos la verdad de la Iglesia como está formulada, ser hombre y mujer se remitiría solamente a la complementariedad sexual (genital) de macho y hembra que nos permite la reproducción y no seríamos más que animales. Porque ellos, (los animales) también poseen esa complementariedad y dan vida, crían hijos, e incluso algunos de ellos "se casan" y permanecen con una pareja única toda su vida. Sin embargo, no sólo somos "macho y hembra" sino además "hombre y mujer", con desarrollo psíquico diferente y a veces no tan complementario. Parte de este desarrollo es determinado por la relación que tenemos con nuestro propio cuerpo, como demuestran las complicaciones relativas a la anorexia o la obesidad mórbida. El ejercicio de la sexualidad nos permite relacionarnos con nuestro propio cuerpo y con el de nuestro cónyuge, aumentando la percepción de intimidad, complicidad y donación, lo que permite el mismo fin que la Iglesia presenta en su argumentación, sólo que considerando el bienestar psicológico de los cónyuges, que permite el desarrollo de la perfección humana. Cabe recordar en este punto, que lo que hace distinto al ser humano del resto de los seres vivos no es la capacidad de procrear y llevar una familia, pues eso ya lo hacen todos los seres vivos. Por otra parte es necesario para que el matrimonio se valide que ambos esposos tomen la decisión libremente en pleno uso de sus facultades mentales, y para ello, el normal desarrollo de su psiquis es necesario, al igual que para ser un solo corazón y una sola alma.

domingo, 1 de febrero de 2009

Biblia 2

Pero el problema de la Biblia no es lo que dice, sino cuándo. Es muy común que se interprete la escritura de forma errada porque se hace desde una visión moderna, una visión en la que es fácil separar la religión de la vida cotidiana y vivirla nada más que como un hecho "espiritual". Esa tendencia a leer desde el ángulo actual aquello que fue escrito hace cientos de años en un contexto absolutamente distinto del nuestro, es peligrosa en la medida que aleja del verdadero mensaje cristiano que intentaba comunicar la primera comunidad. Flaco favor hace también la Iglesia, en este caso, pues permanece aterrada de que los laicos sepan acerca de la escritura y la historia del pueblo de Israel; hasta el momento el velo mítico que existe sobre la doctrina hace que los católicos chilenos no sean mejores católicos que muchos evangélicos. Esta realidad permite que los dogmas de la Iglesia, que son muy razonables, sean poco comprendidos y produzcan confusión en los fieles. ¿Cómo no va a ser confuso el hecbo de que un hombre pueda ser Dios? ¡Y tan fácil que sería explicarlo si no tuviéramos miedo a enseñar historia!
La mayorá de las veces se interpreta la Inspiración de los hagiógrafos como una especie de "escritura automática" como si el espíritu de Dios poseyera el cuerpo y escribiera con su mano ante la inconsciencia del personaje. Eso es espiritismo. La inspiración debe ser comprendida más como un intento franco de describir las realidades divinas por el espíritu humano. Desde esa franqueza, desde la contemplación de lo divino el hombre intenta en un lenguaje figurativo (análogo, como bien explica Tomás) describir esa realidad que no logra dimensionar. El espíritu de Dios está en ellos, pero no como un fantasma o una posesión diabólica =D sino en su única esencia, el amor (deus caritas est). Esos hombres, llenos del amor de Dios, hablan de él, reflejando su íntima realidad en un lenguaje humano y desde su única realidad humana.
Por eso la forma y el fondo no siempre son tan compatibles. Por ejemplo, es difícil entender como un dios que es amor (en el hebreo gratuidad, fidelidad, misericordia) mata a unos niños que se burlan del profeta Eliseo sin compasón alguna... En este caso la forma, depende del escritor y lo que éste quiso reflejar en el texto (por ejemplo la dignidad del profeta, o el hecho de que Dios puede ser "fuego consumidor") lo que constituiría el fondo real del texto. Para nosotros, desde la modernidad, alterar una historia es un delito a la información, pero en aquellos tiempos, el criterio histórico como lo conocemos ahora no estaba presente. Para ellos lo importante era el sentido que se quería transmitir al pueblo, pues la escritura era para conservar la tradición, no la información.
Ese solo detalle altera completamente la percepción que tenemos de la escritura, que tendemos a leer como si fuera una compilación de biografías exactas. Cuando en realidad es más del tipo de biografías que escribiría Isabel Allende, "realismo mágico" le llaman.