sábado, 30 de abril de 2016

Un peligro provechoso.

Ya ha pasado bastante tiempo.

-Lo sé. Espero que haya sido un tiempo provechoso para tu espíritu.

Fue como la coronación de un año complejo para mí, ya lo sabes. Y tú casi me matas.

-¡No!, fue sólo un remezón. Aun no ha llegado tu hora. Te hacía falta luego de tantas dudas, de tanto inquirir dentro de ti una crisis que te devolviera al ahora.

Volví. Tengo que agradecértelo a pesar de que sin querer también pusiste en crisis a mi esposo. Creo que estoy cerrando una etapa oscura, en la que hubo que reordenar mi vida, poner nuevas reglas en nuestra relación y reconstruir la percepción que tengo de mí misma. Es como un epílogo, como esa escena en la teleserie en que se casan los protagonistas y empiezan a mostar que todos tuvieron un final feliz.

-Tuvo buen resultado.

Sí, lo tuvo. Vuelve esa sensación de esta donde quiero estar, de ser quien quiero ser y de estar con quien quiero. Aun amo a mi esposo, y él ha demostrado en esta crisis que también me ama. Pero incluso más allá de eso, me siento más resuelta en cuanto a que ya tengo treinta y dos años, soy una adulta exitosa, tengo mi negocio, un hijo maravilloso y un matrimonio excelente, ya no estoy para aguantar estupideces, quien no sea ningún aporte debe irse, quien me haga mal debe irse.

-¿Y qué tal estuviste en esas horas sin tu cerebro?

Fue extraño. Perturbador. Y adictivo.

-Fueron unos días de descanso que creo necesitabas. Cuando me di cuenta de que necesitaba llenar ese cupo en el hospital me dije: "Tengo a la persona ideal para esta experiencia". Piensas demasiado, tu ruidosa cabeza no te deja vivir la realidad y eso te hace vivir en un stress constante. Necesitabas conectarte con el aquí y ahora unos días, aprender a alegrarte porque caminas, porque puedes cocinar un charquicán, porque puedes mirar a tu hijo, besar a tu esposo y sentirte orgullosa de ellos. Te reduje a lo más básico y fuiste muy feliz. Ustedes le dan demasiada complejidad a las cosas.

Preferiría que hubiera sido menos traumático.

-No podría haber sido menos traumático. Los mensajes suaves no los captan ustedes, son un poco duros. ¿Qué pensaste cuando volviste en ti?

Quise ver a mi familia. Al principio estaba incrédula. Trataba de recordar, pero sólo venían pedazos. incluso ahora. Yo trataba de hablar, de decirle a mi esposo que todo estaba bien, que yo estaba bien... pero salió mal. Mirándolo desde ahora sé que en realidad sólo fue un remezón, que quizá el susto me hizo exagerar todo.

-Estamos bien, entonces.

Estamos bien. Gracias por ponerme en peligro, un peligro provechoso.