sábado, 6 de febrero de 2016

Todos queremos ver el mundo arder.

-Ya estás en crisis otra vez...

No eres muy amable ¿uh?...

-Bueno, considerando que sólo me buscas cuando lo estás, era lo más lógico.

No te voy a aburrir con declaraciones insensatas ni preguntas repetidas. No estoy de humor para eso, ni para sermones tampoco. En realidad hablar contigo parece lo normal, sin embargo me doy cuenta de que es inútil. ¿Qué vas a saber tú de las pequeñeces de la vida? ¿Qué pueden importarte a ti las desgracias humanas?

-Oye, oye, basta ya.

Entiendo lo que dices sobre la autoconservación del universo, pero eso no ayuda a enfrentar el día a día. La crueldad del mundo es abrumadora ¿qué consuelo nos queda? ¿Debe ser suficiente saber que mi derrotero es un aporte a la homeostasis cósmica? No, no lo es.

-Calma...

No me calmo, nada. Ahora te aguantas, porque tú me pusiste aquí y me hiciste quejumbrosa y majadera.

-Vale, pero...

Pero nada. Estoy cansada de ti, de tu mundo y de mí misma. Me someto sin chistar a tus designios y no hay paz para mí, sólo más peso y más tristeza. Tú te sientas en tu trono de nubes y nosotros nos ahogamos en la podredumbre.

-...

...

-...

...

-¿Ya está? ¿Te desahogaste?

Sí, ya estoy mejor.

-Tengo que re diseñar esos ciclos hormonales, antes de que termine viendo arder el mundo.

Todos tenemos ganas de ver el mundo arder de vez en cuando...

-Mi parte "femenina" cada vez más seguido. ¿Quieres contarme algo?

No, no era nada de importancia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario